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miércoles, 15 de febrero de 2017

EL POPULISMO DE DERECHA ATACA

EL POPULISMO DE DERECHA ATACA

Bogotá, 15 de febrero de 2017

Hace 51 años muere Camilo Torres Restrepo, el ideólogo del Frente Unido.

El triunfo del Brexit en Reino Unido, del “NO” en Colombia y de Trump en EE.UU., son expresiones de los avances del “populismo de derecha”. Ya venía de atrás fortaleciéndose, sobre todo en Europa. Pero es un fenómeno global. Un ejemplo es el actual presidente filipino Rodrigo Duterte. La “mano fuerte”, el “sentido común”, el lenguaje “crudo y directo”, la xenofobia, el racismo, la homofobia, el estímulo a una “nueva lucha de clases”, el nacionalismo estrecho y rabioso, han sido las herramientas de esa derecha populista. Todo ello, presentado como una confrontación al establecimiento oligárquico neoliberal. En Colombia, como siempre, adelantándose, Uribe fue una expresión precoz de ese fenómeno en auge.

El ascenso del populismo de derecha es, a la vez, la derrota de la “izquierda liberal” (Zizek), del “progresismo neoliberal” (Fraser), o sea, de la “izquierda domesticada”. La izquierda termina acomodada al sistema capitalista cuando entra a administrar el “Estado heredado” sin tener un verdadero programa y una estrategia revolucionaria. La derecha populista cabalga sobre los lomos del fracaso de los proyectos de cambio que sólo aplican “paños de agua tibia”. “Si la revolución no se repite” (Zizek-Lenin), la reacción termina imponiéndose. Si las fuerzas revolucionarias no evolucionan desde lo nacional a lo global, desde lo pragmático a lo revolucionario, desde lo administrativo a lo realmente político, desde la democracia “de arriba” a la democracia “de abajo”, desde el "dar y ofrecer bienestar" (subsidios) a generar verdaderos procesos transformadores, sus esfuerzos y buenas intenciones son asimilados por el sistema. Terminamos a la defensiva, con el pecado y sin el género. Nos quedamos con la ilusión y los capitalistas con sus arcas llenas.

No quiere decir que no debamos luchar por “ser gobierno”. Podemos y debemos hacerlo pero sólo como una tarea más, ni siquiera como la principal. La labor que tenemos entre manos es construir las herramientas organizativas entre las comunidades y la población, “órganos de nuevo poder” (soviets o comités revolucionarios), formas de “democracia de abajo”, así sean gérmenes incipientes pero que sean “cualitativamente nuevos”. Esa forma de nuevo poder debe combinar una acción legislativa y ejecutiva (comuna) con acciones concretas en campos de la producción y la cultura, como "pro-común colaborativo" (Rifkin-Ostrom). Es la única garantía de que puedan ejercer "verdadera hegemonía”, de que cuando las fuerzas revolucionarias controlen el Estado heredado, esos órganos de nuevo poder no sucumban ante las presiones y formas de cooptación que vendrán “desde arriba”. Es la única forma de mantener y fortalecer las "reservas de la revolución", el pueblo de verdad empoderado y movilizado. 

Hoy (2018) en Colombia es posible que una coalición de centro-izquierda logre acceder al gobierno. Vivimos una verdadera crisis de régimen. Pero si no tenemos claro cómo actuar en esa eventualidad, si como ocurrió en los gobiernos de izquierda en Bogotá (incluyendo el de Petro) no sembramos conciencia y organización a todos los niveles (no sólo con los "más pobres" sino con todos los sectores de la sociedad), lo que ocurrirá será que repetiremos la experiencia y los fracasos que estamos observando en nuestros pueblos vecinos. Pero, no será culpa de los Robledos, Claudias, Fajardos o Petros (como no es culpa de Lula, Chávez, Correa o Evo-García Linera), será culpa de todos nosotros que hemos perdido nuestra capacidad crítica y desechamos el debate y la autocrítica. El pragmatismo nos ha embelesado y paralizado.

Pero... ¿es posible reaccionar?


E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado

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